Felicitamos a nuestro compañero, Manuel Emilio Toranzo Montero (antiguo alumno y actual profesor del Maese) por su más reciente logro: la concesión a su primer poemario, Esta quintaesencia del polvo, del premio de poesía Las Noches del Baratillo de 2020 y el más reciente aún accésit en el concurso literario Isabel Ovín, en la modalidad de poesía, ambos certámenes literarios de gran prestigio.
NOTA BIOGRÁFICA (por él mismo)
Manuel Toranzo Montero (Carmona, Sevilla, 1990) es licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla, Máster en Filosofía y Cultura Moderna por la Universidad de Sevilla y Máster en Profesorado en ESO y Bachillerato por la Universidad de Sevilla. Durante su adolescencia se interesó sobre todo por los autores norteamericanos del S.XX como Charles Bukowski o Ernest Hemingway. Posteriormente se interesa en la literatura hispanoamericana (especialmente por Julio Cortázar) y en la obra poética de autores españoles como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Luis García Montero o Karmelo C. Iribarren. En 2016 aprueba las oposiciones a profesor de enseñanza secundaria y desde entonces se dedica a la docencia. En 2020 gana la IX edición del concurso de poesía Noches del Baratillo.
Te pfrecemos dos de los poemas de este libro, cuyo título procede del Hamlet de Shakespeare:
¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Qué noble en su razón! ¡Cuán infinito en facultades! ¡Cuán expresivo y admirable en su forma y movimiento! En sus acciones, ¡qué parecido a un ángel! En su inteligencia, ¡qué parecido a un dios! ¡La maravilla del mundo! ¡El más perfecto de los animales! Y sin embargo,...¿qué es para mi esta quintaesencia del Polvo?
W. Shakespeare: Hamlet
Sobre cómo ordenar una biblioteca
Estoy ordenando la biblioteca
y sorprende verse así
durante horas,
rodeado de libros,
ingeniando posibles fórmulas
para cuadrar esta vorágine
de palabras y solapas.
Mi hermano me sugiere
que pruebe por categorías,
que cuartee los espacios
como si fueran cuadrículas
y ubique los libros
como se asientan
los pisos del extrarradio,
que instaure, en fin,
una pequeña catástrofe
de orden y método.
No ha tenido en cuenta
la diferente dimensión
de las ediciones de estudiante
y la colección de Grandes pensadores
en treinta y tres tomos de Gredos.
Lo preciso es buscar un equilibrio,
la tensión perfecta
entre el tema y el volumen.
O esperar que los libros vayan
encontrando su sitio,
acomodándose,
como ejemplares huéspedes
a los anaqueles y las estanterías,
guardando cada uno,
por sí mismos,
las distancias exactas.
Dejarlos a su aire,
aprendiendo a convivir
los unos con los otros,
dispares y homogéneos,
echando raíces,
agarrándose a las baldas
como se agarran a la vida
los perros hambrientos.
Nada tiene de malo
que las bibliotecas crezcan
como los cementerios.
Infiernos vecinos
He pensado hoy
en los alemanes
enviando postales
de puentes y edificios derruidos.
He pensado hoy
en un hombre
que apaga la televisión
y se pone a revisar fotografías.
He pensado hoy
en cómo
crecen
los niños y los hongos.
Luego he dejado de pensar
y me he quedado quieto,
frente a una fuente tan seca
como el amor de los muertos.
Han pasado
dos crujidos de dedos,
siete coches,
cuarenta y cuatro temores inciertos.
Antes de salir,
me he buscado en los bolsillos
y ha sido una suerte
no encontrar el DNI.
Al llegar a casa
me he prometido
-como tantas veces-
que voy a empezar
a escribir un diario.
Aunque sé que es tarde
para miedos ancestrales,
me pregunto
dónde habrán quedado los infiernos.
Si te ha gustado su poesía, puedes conocerlo un poco mejor en esta entrevista:
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